El Diablo El Loco llega al pie de una montaña negra y enorme, reinado por una criatura medio cabra, medio dios. A sus pezuñas, encadenados al trono del dios, gente desnuda se entregan a cada satisfacción pensable: sexo, drogas, comida, oro, bebida…Lo mas que se va acercando el Loco, lo mas siente como los deseos terrenales le sube en su interior. Lujuria, pasión, obsesión, gula.. -¡Me niego a rendirme a ti! – grita al Dios-cabra, resistiéndose con toda su fuerza. La criatura le devuelve una mirada extrañada. - Lo único que hago es sacar afuera lo que ya hay dentro de ti, - responde la bestia. - Sentimientos así no son para temerlos, ni para avergonzarse, ni siquiera hay que evitarlos. El Loco hace un gesto enfadado hacia los hombres y mujeres encadenados. - ¡Lo dices aunque sabes que son esclavos. El Dios-cabra imita el gesto del Loco. - Míralos una segunda vez. El Loco lo hace, y se da cuenta de que los cuellos de las cadenas de los hombres y mujeres son lo suficientemente amplios como para quitárselas por encima de sus cabezas. - Pueden liberarse, si lo desean, dice el Dios-cabra. –Aunque tienes razón. Soy el Dios de tus deseos más fuertes. Pero aquí solo ves la gente que han permitido sus deseos más básicos y bestiales a tomar control sobre ellos. Hace un gesto hacia arriba, hacia la cima de la montaña. - No ves a los que han permitido que sus impulsos y pretensiones
les han llevado hasta la cumbre de aquella montaña. Inhibiciones puede
esclavizar tan fácilmente como excesos. Pueden impedirte en dejar que tu pasión
te lleve a alturas altísimas. El Loco reconoce la verdad en aquello, y que se ha equivocado con el Dios-cabra. Ahora entiende que no es una criatura mala, pero que tiene mucha fuerza, la más baja y la más alta, de bestia y de dios – ambos. Como todos los poderes, asusta y es peligroso…pero al mismo tiempo es la llave de libertad y trascendencia, si es entendido y usado bien |